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LA FALSA DIÉGESIS

11/12/2017 | Por: Conrado Xalabarder
TEORÍA

¿Puede una música ser diegética e incidental a la vez? Aparentemente no: la música o proviene de una fuente reconocible y la oyen/escuchan los personajes del filme... o proviene de una fuente abstracta y solo la oyen/escuchan los espectadores.

Pero hay un recurso que es la falsa diégesis, que supera el carácter realista de la música diegética y le da un carácter abstracto, el propio de la incidental. Es fácilmente localizable en escenas de baile de películas históricas, cuando para enfatizar la solemnidad, majestuosidad o pomposidad del evento suena mucha más música (y más intensa) que la que objetivamente debería escucharse de los pocos instrumentos que hay en pantalla. Es decir: que podemos encontrarnos con un cuarteto o quinteto de músicos interpretando una música que sólo puede surgir de, como mínimo, una docena de instrumentos. O ver a un cantante cantando un tema con una música que supera, con creces, el número de instrumentistas que le acompañan. Como tal, la falsa diégesis permite emplear música diegética para darle un cariz incidental: los personajes aparentan escuchar una música que, objetivamente, es imposible que estén escuchando.

En Elizabeth (98) hay una notable falsa diégesis, en la escena en la que la reina está esperando con su séquito, a la orilla de un río, que llegue una barca que lleva al arrogante príncipe francés. En el barco hay unos músicos que amenizan el viaje, pero son apenas cuatro (¡no caben más en el pequeño barco!) e interpretan una música que, tal y como suena, debería ser ejecutada por al menos el doble de personas, incluso se escuchan instrumentos que ninguno de ellos está tocando. Esto es una falsa diégesis. Pero hay más: como música diegética, esta debería sonar muy lejana cuando el barco está en la lejanía, ya que vemos la escena desde la orilla, junto a la Reina, y por lógica, se debería escuchar más alta a medida que el barco se acercara. No es así: mucho antes de que llegue el príncipe francés, la música ya está en la orilla, sonando a un volumen completamente irreal. No hay, por tanto, una sincronía lógica en el volumen de la música. Eso es también falsa diégesis.

¿La pretensión? Hacer parecer que los personajes están escuchando una música que, en realidad, es imposible que estén escuchando de la manera como está planteada en la escena. En otros casos, la música diegética puede compartir su espacio con la incidental, en una suerte de falsa diégesis, aunque no lo sea exactamente. Si por ejemplo un personaje toca una flauta (diegésis) y la melodía del instrumento se refuerza orquestalmente (incidental) no estaríamos ante una falsa diégesis, porque el personaje sólo escucha la flauta, en tanto el espectador escucha la música completa: una sirve a sus propósitos realistas; la otra, abstractos. Es lo que sucede, por ejemplo, cuando Jeremy Irons toca el oboe en una de las escenas de The Mission (86), con música de Ennio Morricone que se expande fuera de la diégesis o con la armónica de C'era una volta il West (68), del mismo compositor. Sin embargo, la falsa diégesis pretende hacer creer que los personajes oyen lo mismo que el espectador, aunque sea absurdo. Es lo que sucede –y con bastante frecuencia– en el exitoso filme francés Les choristes (04), con bellísima música y canciones de Bruno Coulais: las canciones Caresse sur l'océan y Vois sur ton chemin son interpretadas diegéticamente por el coro protagonista, suenan también incidentalmente y además se aplican como falsa diégesis. Pero también se superponen en su aplicación diegética e incidental de modo simultáneo, y todo ello con gran naturalidad y fluidamente. El propósito es evidente: hacer que el espectador sea partícipe directo de la fiesta musical que está teniendo lugar en pantalla, con más intensidad que la que disfrutan los propios personajes que aportan esa música.

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