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REGRESO A PAPILLON

11/11/2019 | Por: Conrado Xalabarder
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Por Joan Bosch i Hugas

Condenado por un crimen que afirma no haber cometido, Henri Charriére, conocido por el apodo de Papillon, debido al tatuaje de una mariposa dibujada en el pecho, es condenado a cadena perpetua en las colonias penitenciarias de la Guyana francesa. Todas sus energías las canalizará en conseguir una libertad que sólo obtendrá tras trece años de salvaje reclusión.

  • El infierno de una sociedad

Los conflictos soterrados que convivían con la estabilidad monocolor de la V República Francesa de Charles DeGaulle (su partido, la Unión por la Nueva Republica, ostentaba la mayoría) con ocasión de la revuelta estudiantil del mayo del 68, que se extendió de los medios intelectuales a las clases obreras y media, convirtieron a algunas editoriales en un bullicio de actividad por integrarse a los nuevos aires ideológicos. En septiembre de 1969, la editorial Robert Laffont publicaba las memorias noveladas de un presidiario de nombre Henri Charrière, apodado Papillon, en las que muy posiblemente se vió la posibilidad de denunciar la corrupción del sistema penitenciario, que imprevisiblemente tuvieron un efecto sorprendente en un corto espacio de semanas aquél expenitenciario de 63 años de edad, numerosas veces fugado y capturado, se convirtió en millonario y elemento indispensable de los foros de la modernidad cultural del país. Claude Maurice escribiría: “Papillon (la novela) es el infierno de un presidiario pero sobretodo es el infierno de una sociedad”. Traducida a una docena de idiomas no transcurriría ni un año y las penurias de Charrière serían llevadas a la pantalla.

Descartada por el primer productor, Robert Dorfmann, la producción francesa en exclusividad por excesivamente arriesgada, se optó por una coproducción americana pasando la dirección en principio destinada a Henri Vernueil a Franklin J. Schaffner que se entusiasmó con el proyecto y se asoció a Dorfmann. Hicieron falta dos años para llegar a un acuerdo de distribución con la Columbia y la Fox. No pudo rodarse en el lugar de los hechos ya que la penitenciaría habia sido abandonada en 1946 y destruida por la vegetación selvática. Jamaica fue el lugar escogido en el que reconstruir el decorado. Dalton Trumbo, l’enfant terrible de Hollywood se encargó de la adaptación cinematogrática reduciendo las catorce tentativas de fuga que acumula el libro en tres para poderlas escenificar con el máximo detalle y realismo.

  • El vals de la nostalgia y la tortura de la represión

Schaffner siempre concedió a Jerry Goldsmith una absoluta libertad a la hora de escribir la música de sus películas, sin embargo, para Papillon (73) le propuso como orientación estilística que le diera un aire francés. El compositor aceptó la sugerencia y creó como tema principal una melodiosa pieza a ritmo de vals para acordeón y orquesta. Un vals de espíritu parisino que habría de convertirse en la fuerza nostálgica que permitiera sobrevivir al protagonista y que se identificara con el sueño esperanzador de recuperar la libertad y circular libremente por las calles de París. A excepción de tres paréntesis oníricos, Schaffner no ofrece imágenes de la vida de Charrière anteriormente a su reclusión, es la música con sus insinuaciones nostálgicas la que nos la hace presuponer. Sin despreciar el espectaculo visual, Papillon es un filme de emociones y sentimientos en el que la composición musical juega un valioso papel.

Al igual que hiciera con Patton (70) su anterior colaboración con Schaffner, Goldsmith optó por un subrayado muy selectivo. Aunque las penalidades de Papillon comienzan cuando empieza la película, la música no incrementa su desgracia hasta que éste no pone el pie en la Guyana. El desfile de reos por las empedradas calles de una ciudad costera francesa camino del exilio, imágenes sobre las que se imprimen los créditos, discurre en un dramático silencio sólo roto por esporádicas voces de aliento. Las visicitudes del viaje que los conducirá a América del Sur tampoco recibieron comentario musical. La expresión acústica del hacinamiento: la aglomeración de respiraciones entrecortadas, las toses de cuerpos dañados, los murmullos de voces roncas y desgarradas y el bullicio de las inclemencias temporales, fue considerado como el más apropiado transfondo sonoro que no debía ser mitigado por ninguna ingerencia musical. Llegados a su destino, los reos sienten vivir sus últimos instantes de libertad. Desembarcan y la música los recibe con las inquietantes pautas sonoras defendidas por la Escuela de Viena. La angustia y el caos emocional fluye del pentagrama embotando lacerantemente sus sentidos. Inician el desplazamiento hacia la reclusión y Ia composicion los condena al cadalso con una lúgubre cadencia rítmica marcando su paso desesperanzado. Han sido repudiados, ya no volverán jamás a Francia pero su mente les niega el olvido y el tema principal indagando en sus recuerdos delata su callada añoranza (Ike Camp)

Papillon, la composición musical, es una partitura fuertemente emotiva dominada por fuertes contrastes y extremadamente rica en detalles. Cabalmente tensa y cargada de disonancias como refrejo de la barbarie del sistema penitenciario, los efímeros episodios de felicidad son enfatizados con un luminoso colorido orquestal. Tres veces se fugará y será en su segundo intento cuando alcanzará unas costas paradisíacas en las que vivirá una fugaz relación amorosa con una indígena para la que el músico mantendra un color prototípicamente francés. La felicidad manará del pentagrama con la gracia impresionista de los grandes maestros galos: de Debussy tomará el el colorido orquestal y los recursos visuales como el vaivén de las cuerdas incorporándose a la indecisión de las olas lamiendo la playa o el revoloteo de los vientos acompasando el gracil vuelo de las aves costeras; de Ravel la perseverancia rítmica e hipnótica de su bolero. Un lírico y bucólico pasaje de más de seis minutos de duración que revaloriza cada instante vivido (Gift from the Sea) La creación específica para dicha escena de una encantadora melodía proporciona al fragmento un merecido protagonismo en la vertiente festiva de la composición pero, aunque forzosamente escasas, no es la única pieza luminosa de la partitura. Previamente, con motivo de la caza de mariposas tropicales, para un poco escrupuloso comerciante beneficiado por la corrupcion de los guardianes, la música se complace incorporando al ténue aleteo de los lepidópteros sutiles coloraciones de flautas y oboe. Apenas unos instantes de alegría y olvido antes de volver a sumergirse en la crueldad y en la pena (Catching Butterfies)

Si bien el recuento ocioso muy posiblemente decantaría el predominio de compases de la parte del pesar y el sufrimiento, Goldsmith evitó, con gran acierto, su comentario sistemético. Los largos períodos de reclusión solitaria en celdas de castigo discurren sin comentario musical. Con su ausencia el tiempo se dilata eternizando el final del castigo e incrementando el aislamiento. Una reiteración excesiva hubiera corrido el riesgo de embotar el sentido de la audición insensibilizando al espectador ante su presencia.

Un último aspecto nada desdeñable, aún no comentado, es el referente a la intensidad propulsiva impuesta por la composición a las escenas de acción y persecución. En esas secuencias se encuentra al brioso Goldsmith cuyo talento amalgama con sincronizada aplicación fílmica la mórbida atmósfera de Planet of the Apes (68) y las acrobacias rítmicas de los vientos acelerando imperiosamente la huida y dramatizando el acoso. El tema principal, con el título de Tu regardes la mer fué convertido en canción que en la voz de una olvidada Nicoletta cierra la proyección.

  • Discografía

La discrepancia entre la música cronometrada en la película y la duración de la edición de referencia (Universal France 017 179-2), que resulta ser ocho minutos más larga, se debe a la inclusión en la presentación discográfica del tema principal en versión normal y acortada, ausentes en el filme, así como prolongaciones concertísticas de algunos fragmentos que por otra parte se ordenan segun critérios musicales, cosa habitual en su autor, no respetando la cronología de la película.

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