Una mujer que abandonó a su hija cuando esta apenas tenía ocho años se reencuentra con ella treinta y cinco años después cuando su hija le pide que pasen diez días juntas.
El compositor aplica una creación austera, en la que instrumentos de cuerda como el violoncelo resultan cortantes e hirientes, exponiendo en su desnudez el dolor y la necesidad de redención. Es una música íntima, sentida y emotiva.