En el filme anterior, la música no se cerraba sino que dejaba una puerta abierta a su continuación. El tema de la familia (de Mark Isham) cumplió eficientemente su cometido al iniciarse como un anhelo y finalizar en reunión, que también incluyó al matrimonio de demonólogos. Pero el tema principal, el del Mal, recuperaba su presencia para evidenciar que no solo no había desaparecido sino que amenazaba con regresar, y así ha sido.

Es muy interesante que Bishara comience este filme en el punto musical donde lo dejó allí, de modo que se evidencia una voluntad de enlazamiento y de continuum. Y en esta segunda parte hay cosas que no se repiten y cambios de rumbo que se producen. No tendría sentido volver a repetir el esquema de contraponer un tema positivo (el de la familia, por ejemplo) y hacerlo evolucionar en un contexto dominado por las músicas del horror, por lo obvio, porque ya ha sido conocido y porque nada nuevo aportaría, ni siquiera tendría ni remotamente el impacto que tuvo en la primera parte. La familia de esta segunda entrega queda en este sentido más desamparada, desprotegida, sin música de apoyo (hay intentos, pero son rápidamente desvanecidos). La familia queda más a merced de lo diabólico. Los espectadores también. Y sin embargo el tema de la familia es empleado, pero de forma diferente: inicialmente se escucha con el matrimonio de demonólogos (herederos de esa música) pero luego se aplica a otros personajes, sin que se refiera a vínculo familiar alguno, y se hace de modo lánguido, casi apesadumbrado, como dando a entender que eso que representa se acaba, que es la derrota definitiva, anunciada ahora de modo poético y a la vez dramático. ¿Será realmente su fin?

Por otra parte, en The Conjuring (13) el tema principal, el del Mal, fue finalmente fisicalizado para ponerle rostro, pero eso no sucedió hasta muy avanzada la película, cuando se expuso de modo evidente, y además sus apariciones eran imprevisibles, no lógicas, lo que generó desconcierto y como consecuencia terror. Pero una vez conocido el tema, sería harto complicado que volviera a causar ese efecto, así que tras la presentación formal al principio y alguna que otra aparición estelar, y por supuesto en el final, el resto del trabajo se encomienda a un batallón de temas secundarios destructivos, intrusivos y agobiantes. Será difícil, eso sí, que haya una tercera parte tan buena en lo musical.