Cortometraje. Un hombre cruza a caballo el desierto que le separa de Bitter Creek. Viene a visitar al Sheriff Jake. Veinticinco años antes, ambos -el sheriff y Silva, el ranchero que cabalga a su encuentro- trabajaron juntos como pistoleros a sueldo. Silva viene con el pretexto de reencontrarse con su amigo de juventud, y en efecto celebran su encuentro, pero a la mañana siguiente el sheriff Jake le dice que la razón de su viaje no es el recuerdo de su vieja amistad
En este breve filme de apenas 30 minutos Alberto Iglesias encuentra tiempo y espacios para añadir distintos matices que ayudan a dar color y calado al contexto narrativo y a los personajes. No hay pretensiones explicativas en la música pero sí dramatúrgicas, siendo denominador común lo turbulento y lo melancólico, que van de la mano, con un aire hermosamente añejo que de alguna manera evoca en su sencillo y transparente tema principal westerns como Johnny Guitar (54) o similares de Victor Young y otros. Este tema principal está construido con hermosísimas voces que remarcan un aire legendario que parece provenir del pasado de los personajes y que se proyecta, al final, hacia el futuro, y funciona por contraste con otros temas tensionados que ejercen una refinada y hostil presión mucho más elaborada y sofisticada que la música positiva. El compositor exhibe así la doble faceta de los protagonistas tanto en su pulsión interna como en el aura -a veces tóxica- que desprenden al estar juntos y constribuye de modo decisivo a darles una mayor dimensión y también comprensión.