Un monstruo marino, producto de mutaciones radioactivas, se enfrenta a malvadas criaturas que, animadas por la arrogancia científica de la humanidad, amenazan la vida de los hombres.
El compositor aplica una poderosa música sinfónica que gira en derredor de un contundente tema principal que referencia a la bestia y le otorga grandilocuencia. Este tema conoce algunas variaciones que no cambian su significado pero sí intensifican el peligro y la amenaza que representa. A su alrededor surgen otros temas destinados a generar caos y violencia, todos ellos secundarios pero que unidos adquieren una enorme fortaleza. Es notable por su sólida estructura, por su coherencia estilística, por no rendirse a ninguna concesión comercial, por el delirio general que destila en su conjunto y por sus momentos espectaculares. No hay espacio para lo dramático: toda la música es violenta y hostil, salvo en su cierre que, aunque épico, es más lírico.