Una joven se relaciona fugazmente con un hombre, que a su vez ha mantenido relaciones con otra mujer. Cuando todos le dan por muerto, las dos mujeres acaban conociéndose, sin saber la coincidencia.
El compositor aplica hermosos valses que cumplen distintos cometidos. En primer lugar, suavizan las complejas y algo excesivas escenas en las que se aplican, dando una perspectiva mucho más transparente y sencilla; en segundo lugar, aporta un fino toque sarcástico a unos actos (los sexuales), entendidos así como logros sin precedentes en el anhelo de la protagonista; por fin, dota de gran elegancia la que en ciertos momentos es una narración aparatosa.
El compositor se mantiene al margen de cualquier sofisticación visual y argumental, y divide la estructura melódica de su partitura en dos bloques que son opuestos entre sí: los valses y música surgida del sintetizador, sonidos ambientales etéreos bastante recurridos.