Un joven se hace muy amigo de un hombre mayor y multimillonario. Cuando este fallece es enterrado con su móvil... desde el que se comunica con él.
Casi todo en esta banda sonora es un error: su estrategia, su desarrollo, sus pretensiones... y aunque no es solo responsabilidad del compositor, que poco puede hacer por levantar una película que no funciona, sí adolece de una falta de enfoque que genera una innecesaria confusión. Hay un gran exceso de músicas, diversas, intrusivas, especialmente en todo el primer bloque argumental donde el edulcoramiento y lo melodramático campan a sus anchas pero sin explicar nada más que lo elemental y básico, insertándose en el chico protagonista de un modo superficial, con un tema principal que acabará ahogado en la irrelevancia narrativa y dramatúrgica. En el segundo bloque se pretende generar tensión con una música que carece de ella, y finalmente la resolución, pretedidamente reveladora y también expiadora, que en lugar de elevar el filme lo rebaja aún más. La música de Navarrete no parece saber qué contar en la película, discurre sin rumbo, interrumpida por canciones (no del compositor) que estorban más que unifican y solo parece interesarse en proyectar emociones en la audiencia, no crear pelicula. No funciona ni como terror, ni como suspense y como drama es anodino.